Voces de ayer

Desde arriba, su cabeza lucía similar a un baúl. Desde su altura, a lo lejos, parecía ser como todas las demás.

Todo aparentaba ser un poco más de lo debido, mas ella sabía que las cosas no eran así. "Lo mío no es esto... nunca lo ha sido", pensó.

El mundo gira en espiral.

Y las cosas al final siempre caen en su lugar.

=Todo es absoluto, y, si lo deseas,
ahora todo puede ser relativo.=

Miles de pensamientos corrían como en apocalipsis dentro de su cabeza. Pero sólo eran eso, pensamientos. Pensamientos que pasaban y se iban. Ella los hacía resbalar porque conocía la realidad, su procedencia y estaba conciente de que aquello no era verdad.

Ella tenía un poco de miedo, más sin embargo, seguía en pie. No podía rendirse. Rendirse no era una opción. No podía darse el lujo de dejarse caer porque la lucha no era por ella sino por los ciegos disueltos que clamaban a su espalda.

-Tengo que moverme rápido- Susurró para sí.- ¿Pero cómo doblo mi rodilla? ¿Cómo he de actuar yo?

Las voces que la rodeaban empezaron a dar vueltas alrededor de ella con una agilidad impresionante. La guerra no estaba aún en su climax pero se podía sentir la agresividad y fuerza con la cual ésta venía.

La confusión cayó sobre la chica. Un tráfico mental la inundó de desasosiego.

-¡Ahhh!- Gritó sollozando.
-¡Son tantas las voces! La corriente es tremenda; es muy fuerte... no sé si podré resistir.

Entonces, un escalofrío invadió su cuerpo recorriendola de la cabeza a los pies. Una gran saeta iba hacia ella. Se lanzó al suelo.

El cielo se estremeció y como de la nada, un resplandor sublime la levantó.

-He aquí yo estoy contigo- Le dijo una estrepitosa voz que ella parecía conocer.
-¡Ayudame! ¡Te necesito! ¡Necesito tu ayuda! Dime... ¿qué voz debo escuchar? ¿cuál debo seguir? - Bramó la jóven con desesperación.
-La correcta- Concluyó la voz.

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