Pavadas guajoloteras

Ahora el problema no está en mis labios, sino en todo mi cuerpo. Ahí está todavía eso, diciéndome lo mismo de siempre. Apostando mi suerte, diciéndome que nunca encontraré el amor en otra persona. ¿Qué tan real puede ser todo esto? Las cosas no pueden estar más a favor de este ataque tan perturbador… ¿Qué me queda? Todo me recuerda que sigo igual. No debería de importarme esto… Así. Pero esta es mi personalidad; ¿qué le voy hacer? Sigo con mi anillo en el dedo, esperándote día y noche, allá, aquí, también en el sur de la frontera.

Comentarios